Gabrielle Chanel fue una diseñadora francesa que revolucionó la moda y el mundo de la alta costura de los años de entreguerras. Rompiendo con la acartonada elegancia de la Belle Époque, su línea informal y cómoda liberó el cuerpo femenino de corsés y de aparatosos adornos y expresó las aspiraciones de libertad e igualdad de la mujer del siglo XX.
Más allá de la moda, existe una faceta menos conocida de esta elegante mujer. Se trata de sus aspiraciones a cantante e incluso su rol dentro del espionaje durante la Segunda Guerra Mundial. Te contamos un poco al respecto.
El origen de ‘Coco’
Gabrielle nació en Saumur, Francia, el 19 de agosto de 1883. Su madre, Eugénie Jeanne Devolle, era una campesina de Courpière, un pequeño pueblo del norte. Su padre, Albert Chanel, era un vendedor ambulante que recorría los mercados del país. Al nacer Gabrielle sus padres ya tenían una primera hija de apenas un año, Julia Berthe, y la familia vivía en condiciones precarias, luego tuvieron otros cinco hijos más. Su madre murió cuando ella tenía solo 7 años. El padre intento dejar a sus hijos al cuidado de sus abuelos, pero estos no aceptaron, argumentando que era demasiada responsabilidad para dos ancianos. Los tres varones fueron acomodados en casas de familias de granjeros y las tres niñas permanecieron un tiempo en la casa de unas tías, quienes luego las internaron en un orfanato. Gabrielle no volvió a ver a su padre.
A los 17 años ingreso al convento de Moulins, en Francia. No fue una alumna brillante para las monjas, que trataban de enseñarle el arte de la costura. Pero Gabrielle mostraba señales de independencia irreverentes para su tiempo. Su sueño no era en ese entonces la moda, Gabrielle no quería que nada le impidiera cantar en los escenarios.
Dando por concluída su educación, se dirigió a París, una ciudad palpitante en el año de 1900. Tenia 18 años, no se distinguía por una gran belleza, pero su arrolladora personalidad y sus ojos negros llamaron notablemente la atención. Fue entonces cuando Gabrielle decidió trabajar en su sueño y comenzó a cantar en un café parisino. Gabrielle le encantaba cantar sus dos canciones favoritas, “Cocorico” y “Qui vu Coco?” (¿Quién vio al coco?). Los que asistían al café comenzaron a llamarla así.
Para 1906, se hallaba en Vichy, una ciudad turística que contaba con una gran cantidad de salas de concierto, teatros y cafés donde esperaba encontrar el éxito como intérprete. Sus encantos juveniles y físicos impresionaron a aquellos que le realizaron pruebas pero su voz de canto no era perfecta y eso no le permitió hallar trabajo.
Obligada a encontrar un empleo, decidió ingresar en el «Grande Grille», repartiendo vasos de agua mineral supuestamente curativa con el fin de promocionar la ciudad de Vichy. Cuando la temporada veraniega terminó, regresó a Moulins y a su antiguo trabajo, aunque desesperanzada de consagrarse como estrella.
Al no provenir de una familia acaudalada, Coco parecía estar destinada a una vida pobre, con un mal matrimonio o trabajar duramente sin muchas posibilidades. Negándose a este destino, Coco trabajaba en su apariencia y se las ingeniaba para verse siempre bien, lo mejor que pudiera.
Coco y la moda
En Moulins, Chanel conoció al oficial de caballería y rico heredero textil francés, Étienne Balsan. Con 23 años se convirtió en su amante. Durante los siguientes tres años, vivieron juntos en su castillo Royallieu cerca de Compiègne, una zona destacada por su bosque de senderos ecuestres y la vida de caza y polo. Este estilo de vida permitió a Chanel llevar una vida de riqueza y ocio, y fomentar su carácter social en fiestas de alto prestigio.
Comenzó a confeccionar sombreros mientras vivía con Balsan, inicialmente como un entretenimiento que luego derivó en un negocio comercial de notable aceptación entre sus clientes, muchos de los cuales eran allegados de su amante. Chanel solía llevar puestas sus propias creaciones a las carreras de caballos y llamar la atención de los presentes con su peculiar estilo de vestir.
En 1908, comenzó un romance con uno de los mejores amigos de Balsan, el capitán inglés Arthur Edward «Boy» Capel. Durante sus últimos años, Chanel recordó: «Dos caballeros estaban pujando por mi pequeño cuerpo caliente». Capel, un miembro rico de la clase alta inglesa, la instaló en un apartamento en París y financió sus primeras tiendas.
La prematura muerte de Capel en un accidente automovilístico a fines de 1919 fue uno de los acontecimientos más devastadores para Chanel. Abatida por el dolor, comenzó a utilizar prendas negras en señal de luto y al poco tiempo diseñó el denominado «pequeño vestido negro», que se presentó en 1926 y fue calificado por la revista Vogue como el «atuendo que toda mujer usará».
En febrero de 1916, con ocasión de la presentación de su primera colección en otoño, sus prendas y chaquetas deportivas aparecieron por primera vez en la revista Vogue. Al poco tiempo, sus modelos comenzaron a venderse en las grandes tiendas departamentales de Estados Unidos. Fue así como Coco cambió la moda femenina para siempre.
Coco, ¿espía nazi?
En una biografía de nombre “Durmiendo con el enemigo: la guerra secreta de Coco Chanel”, escrita por el historiador estadounidense Hal Vaughan, se especula que Gabrielle ‘Coco’ Chanel fue una espía de los nazis cuyo alias era Westminster.
Según Vaughan, Coco estuvo identificada con el número F-7124. También sostiene que “Chanel era más que simplemente una simpatizante y colaboradora de los nazis. Era una agente numerada que trabajaba para la Abwehr , la agencia de inteligencia militar alemana”.
Vaughan, asegura la editorial Knopf, escribió su libro basándose en documentos obtenidos en el Reino Unido, Alemania, Francia y Estados Unidos, donde constan “las extensas actividades de Chanel durante la guerra”. A lo largo de la II Guerra Mundial, la emblemática diseñadora francesa habría concretado misiones de inteligencia en Madrid y Berlín junto a su amante, el oficial Hans Gunter von Dinklage, algunas de ellas en nombre del general de las SS Walter Schellenberg, mano derecha del comandante en jefe de ese cuerpo, Heinrich Himmler.
De acuerdo al libro, Coco Chanel ostentaba una “arraigada” tendencia antisemita y utilizó su posición de espía nazi para recibir favores, como asegurarse la liberación de su sobrino de un campo militar o “arrebatarle” el control de su marca de perfumes a sus socios judíos, que se tuvieron que exiliar en Estados Unidos durante la guerra.
La célebre diseñadora, que protagonizó numerosas biografías y películas, murió en 1971 en París, ciudad a la que regresó a los 71 años –después de nueve años de exilio en Suiza– para resucitar su reputación y reinventar la marca con la que revolucionó el mundo de la moda.
Las revelaciones de esta singular historia de espionaje, que se mantuvo oculta durante seis décadas, provocó la reacción de la firma francesa. A través de un comunicado, la casa Chanel admite que hay muchas versiones sobre la actuación de la diseñadora en la guerra, pero argumenta que en realidad lo único que hizo es aprovechar su “relación de amistad” con el primer ministro británico Winston Churchill “para actuar como intermediaria entre los aliados y los alemanes , con vistas a un acuerdo de paz”.
La empresa niega, además, el supuesto antisemitismo de Coco Chanel, alegando que en su círculo íntimo había personas de origen judío. Entre ellas cita a la familia Rothschild, el fotógrafo Irving Penn y el escritor Jospeh Kessel.
Cierto o no, el pasado de Coco Chanel no cambiará su importancia en el mundo de la moda ni su rol como una de las mujeres más destacadas del siglo XX.
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